jueves, 1 de mayo de 2014

LA DIOSA Y EL DIOS


Todas las religiones son estructuras construidas sobre la reverencia a lo Divino, y la Wicca no es una excepción. Reconoce la existencia de una fuerza suprema, inestimable, absoluta, de donde surgió todo el universo.
El concepto de este poder, mucho más allá de nuestra comprensión, casi se ha perdido en la Wicca debido a las dificultades que tenemos en relacionarnos con él. Sin embargo, los Wiccans se conectan con esa fuerza por medio de sus deidades. Conforme los principios de la naturaleza, esa fuerza suprema fue personificada en dos seres básicos: la Diosa y el Dios.
 
Cada deidad que ha recibido adoración en este planeta existe como arquetipo del Dios y de la Diosa. Los complejos panteones de deidades surgidos en muchas partes del mundo son simplemente aspectos de esos dos. Toda diosa está incluida en el concepto de la Diosa. Y todo dios, en el del Dios.
 
La Wicca honra a estos dos aspectos por sus vínculos con la naturaleza. Puesto que la mayor parte de (aunque por supuesto no toda) la naturaleza está dividida en género, las deidades que la simbolizan son concebidas de modo análogo.
 
En el pasado, cuando la Diosa y el Dios eran tan reales como la Luna y el Sol, los ritos de culto y adoración no eran estructurados, sino una unión espontánea y alegre con lo Divino.
 
Posteriormente, los rituales pasaron a seguir el curso del Sol a través del año astronómico (y de este modo las estaciones) así como el crecer y el menguar mensual de la Luna.
Actualmente, ritos similares son observados en la Wicca, y su desarrollo regular crea una cercanía mágica con esas divinidades y con las fuerzas detrás de ellas.
 
Felizmente, no precisamos aguardar por las ocasiones rituales para acordarnos de la presencia de los Dioses. La visión de una flor perfecta en un campo árido puede suscitar sentimientos tan fuertes como los originados por los más poderosos de los ritos formales. Vivir en contacto con la naturaleza hace de cada momento un ritual. Los Wiccans se sienten cómodos al comunicarse con animales, plantas y árboles. Sienten la energía en piedras y en la arena, y hacen que los fósiles hablen sobre sus orígenes primitivos. Para algunos Wiccanos, observar el nacer o el ponerse del sol y la luna diariamente es un ritual en si, pues son los símbolos celestes del Dios y la Diosa.
Puesto que la Wicca ve lo Divino inherente a la naturaleza, muchos de nosotros nos envolvemos con la ecología - salvar la Tierra de una mayor destrucción hecha por nuestras propias manos. La Diosa y el Dios aún existen, como siempre han existido, y para honrarlos nosotros honramos y preservamos nuestro precioso planeta.
En el pensamiento Wiccan, las deidades no existían antes que los espíritus de nuestros ancestros tomasen conciencia de ellas. Sin embargo, las energías trás ellas ya existía; ellas nos crearon.
Los primeros adoradores reconocieron a éstas fuerzas como La Diosa y el Dios, personificándolos en un intento de entenderlos mejor.
Los Antiguos no murieron cuando las antiguas religiones paganas cedieron al surgimiento del cristianismo en Europa. Muchos de los ritos desaparecieron, pero no eran los únicos eficaces. La Wicca está viva y bien, y las Deidades responden a nuestras llamadas e invocaciones.
 
Al visualizar a la Diosa y al Dios, muchos de los Wiccanos los ven como conocidas deidades de religiones antiguas. Diana, Pan, Ísis, Hermes, Hina, Tammuz, Hécate, Ishtar, Cerridwen, Thoth, Tara, Aradia, Ártemis, Pele, Apolo, Kanaloa, Bridget, Hélios, Bran, Lugh, Hera, Cibele, Iranna, Maui, Ea, Atena, Lono, Marduk - la lista es virtualmente interminable. Muchas de esas deidades, con su historia, ritos y mitos correspondientes, alimentan el concepto de Divinidad para los Wiccanos.
Algunos se sienten cómodos al asociar esos nombres y formas a la Diosa y al Dios, sintiendo que posiblemente no serian capaces de reverenciar seres divinos desprovistos de nombre. Otros creen que la falta de nombres y aspectos representa una confortable ausencia de limitaciones.
la Wicca es «nueva», a pesar de ser construida sobre ritos y mitos establecidos, profundamente arraigado en los más antiguos sentimientos religiosos que la naturaleza hizo aflorar en nuestra especie. En estos rituales utilizo las palabras «el Dios» y «la Diosa» en vez de nombres específicos como Diana y Pan. Cualquier persona con una afinidad especial con deidades en particular debe sentirse libre para adaptar los rituales de El Libro de las Sombras de las Piedras Erguidas para incluirlas.
En caso de no estar familiarizado con las religiones politeístas no occidentes o no haber creado afinidad con otras divinidades que no sean aquellas con las cuales fue educado, comience por aceptar la seguiste premisa (por lo menos un momento): lo Divino es gemelo, consistiendo en la Diosa y en el Dios.
Tantos nombres les han sido dados que han pasado a ser llamados Los Sin Nombre. En apariencia se ven como deseamos, pues Ellos son todas las deidades que alguna vez existieron.
La Diosa y el Dios son todopoderosos, porque son los progenitores de toda la existencia manifestada o no. Podemos contactarlos y comunicarnos con ellos porque una parte de nosotros está en Ellos, así como Ellos están en nosotros.
La Diosa y el Dios son iguales; ninguno es más alto o más merecedor de respeto. Aunque algunos Wiccanos centraron sus rituales en la Diosa olvidando por completo al Dios, esto es una reacción a los siglos de sofocante religión patriarcal y la pérdida de reconocimiento del aspecto femenino de lo Divino. La religión basada totalmente en la energía femenina, sin embargo, es tan desequilibrada y antinatural como otra totalmente centrada en lo masculino. Lo ideal es un equilibrio perfecto entre los dos. La Diosa y el Dios son iguales, complementarios.
 
La Diosa
 
 
 
La Diosa es la Madre universal. Es la fuente de la fertilidad, de infinita sabiduría y de los cuidados amorosos. Siguiendo la Wicca, Ella posee tres aspectos: la Doncella, la Madre y la Anciana, simbolizadas por las Lunas Creciente, Llena y Menguante.
 
Ella es al mismo tiempo el campo no arado, la plena cosecha y la Tierra duramente, cubierta de nieve. Ella da a luz abundancia. Pero, así como la vida es su regalo, ella la presta con la promesa de la muerte. Esta no significa tinieblas y olvido, sino reposo de la fatiga de la existencia física. Es una existencia humana entre dos encarnaciones.
Puesto que la Diosa es la naturaleza, toda la naturaleza, Ella es tanto la tentadora como la vieja; el tornado y la lluvia fresca de primavera; la cuna y el túmulo. Sin embargo, a pesar de abarcar ambas naturalezas, la Wicca la venera como dadora de la fertilidad, del amor y de la abundancia, aún reconociendo su lado oscuro también. Nosotros la vemos en la Luna, en el silencioso y fluyente océano, es el primer retoño de la primavera. Ella es la encarnación de la fertilidad y del amor.
La Diosa ha sido conocida como la Reina del paraíso, Madre de los Dioses que crearon los Dioses, la Fuente Divina, la Matriz Universal, la Gran Madre e incontables títulos más.
Muchos símbolos son utilizados en la Wicca para honrarla, como el caldero, la copa, el hacha, flores de cinco pétalos, el espejo, collares, conchas de mar, perlas, plata, esmeralda… para citar unos pocos.
Por tener dominio sobre la Tierra, el mar y la Luna, muchas y variadas son sus criaturas. Algunas incluirían el conejo, el oso, la lechuza, el gato, el perro, el murciélago, la oca, la vaca, el delfín, el león, el caballo, el escorpión, la araña y la abeja. Todos son sagrados para la Diosa.
Ella ha sido representada como una cazadora corriendo con sus perros de caza; una deidad celestial caminando por los cielos con polvo de estrellas saliendo de sus pies; la eterna Madre con el peso de la crianza; la tejedora de nuestras vidas y muertes; una Anciana caminando bajo la luz de la luna buscando los débiles y olvidados, así como muchos otros seres. Pero, independientemente de cómo la vemos, Ella es omnipresente, inmutable, eterna.
 
El Dios
 
 
 
El Dios también ha sido reverenciado por eones. Él no es ni la deidad rígida, todopoderosa del cristianismo o judaísmo, ni tampoco un simple consorte de la Diosa. Dios o Diosa ellos son iguales, son uno.
Vemos al Dios en el sol, brillante sobre nuestras cabezas durante el día, naciendo y poniéndose en un ciclo infinito que gobierna nuestras vidas. Sin el sol, no podríamos existir; por lo tanto Él también ha sido adorado como la fuente de toda vida, el calor que rompe las semillas adormecidas, despertándolas a la vida, y estimula el brote verde de la tierra después de la fría nieve del invierno.
El Dios es también gentil con los animales silvestres. En la forma de Dios Astado, es a veces representado con cuernos en su cabeza, que simbolizan su conexión con estas las bestias. En tiempos antiguos, la caza era una de las actividades que se creía regidas por el Dios, en tanto la domesticación de los mismos se creía una actividad de la Diosa.
 
Los dominios del Dios incluían las florestas intocadas por las manos del hombre, los desiertos ardientes y las más altas montañas. Las estrellas, al ser en verdad soles distantes, son a veces asociadas a su poder.
El ciclo anual del brote, maduración y cosecha ha sido siempre vinculado al sol, y de ahí los festivales solares de Europa, los cuales son aún observados en la Wicca.
El Dios es la cosecha ya madura, el vino embriagante extraído de las uvas, el grano dorado que se mece en un campo, las manzanas jugosas que penden de ramas verdes en las tardes de otoño.
 
Junto a la Diosa, Él también celebra y preside el sexo. La Wicca no evita el sexo o habla sobre él con palabras encubiertas. Es una parte de la naturaleza y como tal es aceptado. Por traer placer, desviar nuestra conciencia del mundo cotidiano y perpetuar nuestra especie, es considerado un acto sagrado. El Dios nos imbuye vigorosamente con el deseo que asegura el futuro biológico de nuestra especie.
Símbolos normalmente utilizados para representar o venerar al Dios incluyen la espada, cuernos, la lanza, las velas, el oro, el bronce, diamante, a hoz, la flecha, la vara mágica, el tridente, los cuchillos y otros. Criaturas que le son sagradas incluyen al toro, el perro, la cobra, o pez, el ciervo, el dragón, el lobo, el jabalí, el águila o halcón, el tiburón, los lagartos y muchos más.
Desde antiguo, el Dios es el Padre Cielo, y la Diosa es la Madre Tierra. El Dios es el cielo, la lluvia y el relámpago, que desciende sobre la Diosa y se une a Ella, esparciendo sus semillas sobre la tierra, celebrando la fertilidad de la Diosa.
Aún hoy, las deidades de la Wicca están firmemente asociadas a la fertilidad, pero cada aspecto de la existencia humana puede ser asociado a la Diosa y al Dios. Pueden ser llamados para ayudar a atravesar las vicisitudes de nuestras existencias y traer placer a nuestras vidas normalmente carentes de espiritualidad.
Esto no significa que cuando ocurran problemas debamos dejarlos en las manos de los Dioses.

Esta es una maniobra de fuga, el evitar lidiar con los baches del camino de la vida. Como Wiccanos, sin embargo, podemos llamar a la Diosa y al Dios para limpiar nuestras mentes y ayudarnos a sobrellevarlos. La magia es un excelente medio para esto. Después de sintonizarse con la Diosa y con el Dios, los Wiccanos piden Su ayuda durante el rito mágico que normalmente se sigue.
Más allá de esto, la Diosa y el Dios pueden ayudarnos a cambiar nuestras vidas. Puesto que las divinidades son las fuerzas creativas del universo (y no sólo símbolos), podemos llamarlas para fortalecer nuestros ritos y bendecir nuestra magia. Nuevamente, esto se opone directamente a la mayoría de las religiones. El poder está en las manos de cada practicante, y no en las de sacerdotes o sacerdotisas especializados que celebran tales ritos para las masas. Esto es lo que hace de la Wicca un medio de vida realmente satisfactorio. Tenemos vínculos directos con las Deidades. No necesitamos de intermediarios -sacerdotes, confesores o chamanes. Nosotros somos los chamanes.
 
 
 
Para desarrollar una relación con la Diosa y con el Dios, una necesidad para quienes deseen practicar la Wicca, podría desear intentar estos rituales simples.
A la noche, siéntese o permanezca de pie mirando hacia la Luna, si estuviera visible. Si no, imagine la Luna más llena que haya visto con su brillo blanco plateado en la oscuridad, directamente sobre y delante de usted.
Sienta la suave luz lunar besando su piel. Siéntala tocando y mezclándose a sus propias energías, uniéndose y formando nuevos patrones.
 
Vea a la Diosa en cualquier forma que desee. Llámela, entonando antiguos nombres si lo desea:
Diana, Lucina, Selena. Abra su corazón y su mente para el aspecto de la energía de la Diosa manifestado en la luz de la Luna.
Repita este proceso diariamente por una semana, preferentemente en el mismo horario de la noche.
Paralelamente a este ejercicio, sintonícese con el Dios. Al levantarse por la mañana, no importa cuán tarde sea, quédese de pie ante el Sol (a través de una ventana si es necesario, o al aire libre si es posible) y báñese en su energía. Piense en el Dios. Visualícelo como quiera. Puede ser un poderoso guerrero musculoso, irguiendo una lanza en una de las manos mientras que en la otra lleva a un niño o un racimo de uvas cubierto de rocío.
Puede desear entonar nombres del Dios, como Cernunnos, Osiris, Apolo, así como hacia con la Diosa.
Si no desear visualizar al Dios (pues la visualización puede imponer limitaciones), simplemente entre en armonía con las energías que emanan del Sol. Incluso aunque las nubes bloqueen el cielo, las energías del Dios aún le alcanzarán. Siéntalas con toda su imaginación mágica.
Impida que otros pensamientos diferentes perturben su reverencia al Dios. Libere sus sentimientos; abra su conciencia para cosas más elevadas. Llame al Dios con sus propias palabras. Exprese su deseo de sintonizarse con Él.
Practique estos ejercicios diariamente por una semana. Si desea explorar los conceptos de la Diosa y del Dios, lea libros sobre mitología de cualquier pueblo del mundo. Lea los mitos pero busque sus temas fundamentales. Cuánto más lea, más informaciones tendrá en sus manos; eventualmente, usted buceará en un mar de conocimiento desestructurado pero extremadamente complejo sobre las deidades. En otras palabras, comenzará a conocerlas.
Si después de siete días todavía siente la necesidad (o el deseo), prosiga con estos ejercicios hasta sentirse confortable con la Diosa y con el Dios. Ellos siempre están en nosotros y a nuestro alrededor; sólo necesitamos abrirnos a tal conciencia. Este es uno de los secretos de la Wicca, lo Divino habita lo interior.
En su búsqueda por el conocimiento de los Dioses, pasee largamente bajo los árboles. Estudie las flores y las plantas. Visite lugares silvestres, naturales y sienta la energía de la Diosa y del Dios directamente - a través del fluir de un riachuelo, el pulso de energía proveniente del tronco de un viejo roble, del calor de una piedra calentada por el sol. Familiarizarse con la existencia de las Deidades es más fácil por el contacto real con tales fuentes de poder.
A continuación, después de haber alcanzado tal estado, puede ser que desee establecer un altar o santuario, permanente o temporal, para la Diosa y para el Dios. No necesita más que una pequeña mesa, dos velas, un incensario y un plato o fuente para contener las ofrendas de flores, frutas, grano, semillas, vino o leche.

 
 

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