No hacer daño daño a nadie es la premisa, la idea que subyace detrás de la mayoría de códigos de conducta religiosos y civiles, es universal.
No hacer daño a nadie, significa tan solo eso —no a ti mismo, no a tus enemigos— a ninguno. Por lo tanto, el hecho de hacer mal incluye el daño físico, emocional, mental, espiritual y psíquico.
La manipulación de otros (tal como el forzar a alguien a enamorarse de usted) es también un tabú, como lo es el hecho de lastimar la tierra y sus tesoros.
Los, tan renombrados, magos malignos sí existen, pero son escasos. ¿Por qué? Tal vez es porque ellos encuentran formas más sencillas y seguras de hacer su sucio trabajo.
Es mucho más fácil golpear a tu enemigo, dormir con su esposa o esposo, robarlo o practicar chantaje, que practicar la magia destructiva.
Los practicantes de la magia negativa han terminado destruyéndose a sí mismos. La proyección de la energía personal en la magia es una extensión del poder interno del mago. Una vez el practicante ha dañado su fuente de energía, no hay retorno; la fuente se ha cerrado. Programar una vida de negatividad es preparar el terreno para una vida de oscuridad y, eventualmente, una temprana tumba.
Los magos malignos se destruyen a sí mismos con sus propios maleficios.
La gran mayoría de los magos populares, sin embargo, trabajan con energías positivas de sanación y amor. Ellos hacen esto porque:
- Los magos respetan la vida. Todas las criaturas vivientes, incluido el hombre y los animales, son manifestaciones de poder universal. Como tal son respetados y amados, pero no maldecidos por existir.
- Los magos respetan la tierra. Durante mucho tiempo la Tierra ha sido venerada en religiones a través de toda la historia. La Tierra es respetada como la más intensa manifestación de energía divina dentro de nuestro alcance y es también un recurso de increíble poder, por eso, los magos caminan ligeramente sobre ella y no hacen nada para alterar su delicado equilibrio con hechos como la conclusión maliciosa de una vida o afligiendo con males a un ser humano.