martes, 6 de septiembre de 2022

WICCAS: NO HACER DAÑO A NADIE



No hacer daño daño a nadie es la premisa, la idea que subyace detrás de la mayoría de códigos de conducta religiosos y civiles, es universal.

No hacer daño a nadie, significa tan solo eso —no a ti mismo, no a tus enemigos— a ninguno. Por lo tanto, el hecho de hacer mal incluye el daño físico, emocional, mental, espiritual y psíquico. 

La manipulación de otros (tal como el forzar a alguien a enamorarse de usted) es también un tabú, como lo es el hecho de lastimar la tierra y sus tesoros.

Los, tan renombrados, magos malignos sí existen, pero son escasos. ¿Por qué? Tal vez es porque ellos encuentran formas más sencillas y seguras de hacer su sucio trabajo.

Es mucho más fácil golpear a tu enemigo, dormir con su esposa o esposo, robarlo o practicar chantaje, que practicar la magia destructiva.

Los practicantes de la magia negativa han terminado destruyéndose a sí mismos. La proyección de la energía personal en la magia es una extensión del poder interno del mago. Una vez el practicante ha dañado su fuente de energía, no hay retorno; la fuente se ha cerrado. Programar una vida de negatividad es preparar el terreno para una vida de oscuridad y, eventualmente, una temprana tumba. 

Los magos malignos se destruyen a sí mismos con sus propios maleficios.

La gran mayoría de los magos populares, sin embargo, trabajan con energías positivas de sanación y amor. Ellos hacen esto porque:

- Los magos respetan la vida. Todas las criaturas vivientes, incluido el hombre y los animales, son manifestaciones de poder universal. Como tal son respetados y amados, pero no maldecidos por existir.

- Los magos respetan la tierra. Durante mucho tiempo la Tierra ha sido venerada en religiones a través de toda la historia. La Tierra es respetada como la más intensa manifestación de energía divina dentro de nuestro alcance y es también un recurso de increíble poder, por eso, los magos caminan ligeramente sobre ella y no hacen nada para alterar su delicado equilibrio con hechos como la conclusión maliciosa de una vida o afligiendo con males a un ser humano.

- Los magos respetan el poder. Como una fuerza universal superior, el poder es inconcebible. La energía que dio origen a las galaxias, al ADN, a los seres humanos y a billones de formas de plantas terrestres e insectos, es algo que merece respeto. 

Es por ello que resultaría poco cuerdo la maldad en el poder. 

La mayoría de los magos populares no se asustan con el poder, lo respetan sabiamente. La reverencia hacia esta energía es la base de todas las religiones. Esto es lo que se ha denominado Dios, Yemaya, Diosa, Padre, Kuwan Yin y cualquier otra concepción humana de lo divino.

El poder enviado será recibido de la misma forma.

El ejecutar magia negativa o destructiva asegura que esa energía retornará al mago. La sanación, la paz y la prosperidad son energías inmensamente más agradables para recibir. 

Algunos magos aceptan la concepción de la "ley de tres”, la cual establece que las acciones mágicas son retornadas con triple intensidad a quien ejecuta el poder. 

El hecho de realizar un ritual destinado a lastimar a otra persona —aún si no es efectivo— puede traer la muerte del mago.

- La magia es amor; Es un movimiento de energías de unas o más fuentes naturales para efectuar cambios positivos y de curación. Para que la magia sea efectiva, el mago debe tener amor por sí mismo, amar a los demás y amar la tierra. Sin estos sentimientos la magia se desactiva y desaparece, transformándose en una infusión de energía destructiva, la cual termina por destruir al mago.

Es difícil, ¿no es cierto? Pero es así de sencillo. La magia no es odio; la magia es amor. Si nos amamos a nosotros mismos estaremos dispuestos a mejorar nuestras vidas. Si amamos a nuestros semejantes estaremos dispuestos a ayudarles a encontrar el amor, la salud y la felicidad. 

Si amamos la tierra estaremos dispuestos a trabajar para curarla de la destrucción que han originado cien años de “progreso”.

Los magos populares no hacen el mal. Ellos no trabajan la magia para cambiar la vida de las personas, aún aparentemente de manera positiva, sin recibir primero el permiso para hacerlo. 

Los rituales de sanación no son intentados sin el conocimiento del enfermo. Los magos populares no van a generar ondas vibratorias para atraer el amor alrededor de una persona solitaria sin preguntárselo primero.

Para quienes han construido la idea de que la magia es la última fuerza en contra de la humanidad, estas verdades pueden ser aburridas —pero la verdad, con mucha frecuencia lo es—.

Mientras amplias audiencias miran maldiciones y hechizos de muerte pasando por pantallas o en libros baratos, los magos populares continúan felizmente difundiendo el amor, la salud, la prosperidad, la paz y la seguridad en sus propias vidas y en las de quienes han recurrido a ellos.

Ellos hacen esto porque aceptan la regla básica de la magia —no hacer daño a nadie—.

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